Retrospectiva Bizarra (#1):
- Mundo Bizarro
- 1 dic 2016
- 4 Min. de lectura
Retrospectiva Bizarra (#1): una no-generación de arte y cultura urbana.
Equipo del Arte Urbano revisitado,
José Osorio, Simón Pedroza, Javier Payeras, Alejandro Marré, Josué Eleazar, Sergio Valdés, Jazmin Hage. Guatemala, enero 2015 - diciembre 2016.
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A inicios de 1986, tras la Asamblea Nacional Constituyente y el ascenso al poder del gobierno democristiano encabezado por marco Vinicio Cerezo Arévalo, se inicia un largo proceso de negociación de la paz entre las organizaciones populares y el Ejército de Guatemala, que actuaba en nombre de los empresarios nacionales y extranjeros. En ese proceso surgen en Guatemala espacios no convencionales de producción y presentación artística y cultural, que dan cobijo a los artistas y trabajadores de la cultura que retornan poco a poco al país desde el exilio, y de aquellos que van surgiendo, en un contexto ciertamente hostil, que ve al arte y la cultura como un apéndice de la actividad productiva, no como sustancia y coherencia de la producción simbólica del pueblo y la vida cotidiana.
La Bodeguita del Centro, donde acontecen eventos como El Retrato de la Anormalidad, con artistas de todas las disciplinas para rendir un tributo al poeta Roberto Monzón, y La Guarida de Pie de Lana, donde estudiantes de diseño gráfico y comunicación de la Universidad Rafael Landivar, en compañía de jóvenes artistas emergentes, producen ARTENATIVAS, una semana de exposiciones, intervenciones literarias, música, canción y teatro urbano.
Estos espacios se consolidan. Algunos pierden poco a poco su carácter fundacional y renovador, mientras surgen otros, como el centro Cultural La Cúpula, con manifestaciones de música, cine, teatro e instalación, y el programa permanente del Centro Cultural Universitario de la USAC, con el grupo de teatro (TAU) y el Círculo experimental de Cantautores.
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En ese contexto y en tanto espacio de encuentro y reconocimiento generacional, la Casa Bizarra se fragua en realidad a orillas del Lago de Atitlán, por lo menos desde 1995. Varios años de negociación de la paz (que culminarían en diciembre de 1996 con la firma de acuerdos normativos), habían creado condiciones favorables para el surgimiento de distintas formas de organización social alternativa, incluidos los grupos de jóvenes vinculados al arte, la cultura y la política, según el caso.
Entre diciembre de 1996 hasta enero de 1998, la casa sirvió de espacio de experimentación, comuna artística, vivienda compartida, albergue y taller. Punto de encuentro y de articulación generacional. El nucleo gestor lo conformaron Simón Pedroza, Giovanni Pinzón, Itziar Sagone, Francisco Toralla, Pablo Robledo, Josue Eleazar y José Osorio. Luego llegarían otros rostros, otras ideas, otros sueños.
Uno de los proyectos emblemáticos fue la editorial Mundo Bizarro, de Simón Pedroza y Javier Payeras, quienes mediante un dispositivo artesanal, consiguen imprimir una interesante colección de escritores y poetas emergentes, donde destacan Alejandro Marré, Pablo Bromo, Antonio Jueves y Mynor Contregón entre otros. Se configura una línea editorial alternativa y una red de escritores que más tarde incide en la articulación de un movimiento desligado de las exigencias del mercado editorial convencional. De esa cuenta, Ediciones de vanguardia, Ediciones Clandestinas y Ediciones de la Doble Sercha (Roberto Monzón), Ediciones de la Anormalidad, Imprenta Libertad y Editorial Casa Blanca, entre otras, dan paso a una plataforma más ancha, una ventana para escritores jóvenes, diseñadores gráficos y promotores independiente de arte contemporáneo, ya entrada la posguerra.
En enero de 1998, la Casa se convierte en centro cultural alternativo abierto al público, lo que potenció un escenario abierto para la exposición, experimentación e intercambio del pensamiento. La documentación de la primera muestra "Guatemala Finales del Siglo XX" le ayudó al núcleo inicial a identificar a creadores no incluidos en los espacios y agendas culturales de la elite de artistas que replicaban los escenarios de poder excluyentes y tradicionales. Todo un panorama financiado por corporaciones familiares conservadoras.
Mientras tanto, el rock crecía y compartía escenarios con la poesía (La Tona, por ejemplo), surgían las editoriales de la irreverencia (Editorial X), y en contraposición a este impulso de libertad, las tiendas se llenaban de rejas y los barrios populares de nuevas heridas. A ellos acudirían más tarde H-I-J-O-S y Caja Lúdica, pero esa es otra historia.
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Una vez que el proyecto espacio-vivienda terminó, no sin antes experimentar una liberadora catarsis existencial y artística, los que quedaron activos se plantearon continuar con el trabajo para recuperar la vía pública y fundar espacios no convencionales, principalmente en la Zona 1.
El cierre de la Casa Bizarra coincidió con el reconocimiento del Centro Histórico cómo patrimonio nacional (agosto 1998), una iniciativa impulsada por historiadores y arquitectos de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), lo cual contribuyó a la fundación del Departamento del Centro Histórico de la Municipalidad de Guatemala. El Plan Maestro para la Recuperación del Centro Histórico, instrumento estratégico inicial, reconocía al arte y la cultura como patrimonio intangible. Surge entonces el Festival del Centro Histórico, apoyado por la USAC, centros culturales, comerciantes, vecinos del centro, promotores y gestores culturales independientes y el Ministerio de Cultura y Deportes.
Desde entonces, el esfuerzo por consolidar la recuperación material y simbólica del centro no ha cesado, y en la ciudad han pasado cosas alentadoras, como la irrupción definitiva del cine independiente, el renacimiento del teatro experimental, el desarrollo de nuevas perspectivas curatoriales, el movimiento de mujeres, la renovación -así sea parcial e irregular- de la gestión cultural del Estado y el surgimiento de infinidad de artistas genuinos; pero también algunas cosas preocupantes, como la aparición de demagogos de la creatividad y falsos adalides de las nuevas identidades, el desarrollo de visiones instrumentales del arte y la cultura, y diversos procesos de privatización y despojo material o simbólico.
La historia del arte urbano y la cultura sigue su marcha, y en ella estará presente siempre la propuesta urbana renovadora de CASA BIZARRA y la no-generación de la post-guerra...
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